La Luna Llena es un momento muy importante para nuestra práctica espiritual y nuestra evolución. Los tibetanos dicen que el poder de lo que hacemos se multiplica por cien el día de la Luna Llena; en ciertos plenilunios especiales hasta cien millones de veces. Así que, si estamos atrapados por tendencias que no podemos romper, situaciones kármicas que nos hacen sufrir y obstáculos que interfieren con nuestro progreso, podemos dedicarnos el día de la Luna LLena a hacer meditaciones, oraciones, mantras y prácticas como, por ejemplo, ofrecer velas e incienso, liberar animales que van a ser sacrificados y devolverlos a la naturaleza, o cualquier tipo de practica positiva que sepamos hacer en el camino de la tradición espiritual que cada uno de nosotros recorra. Si cada Luna LLena los que caminamos unimos nuestra energía positiva, se generará un inmenso poder que creará un cambio desde lo profundo, desde donde vibran las fuerzas que están más allá del mundo de los pequeños egos y su visión limitada. Para poder producir un cambio real y duradero en uno mismo y en el mundo, tiene que nacer desde dentro, desde esa dimensión que está en todos nosotros y que es infinita, pura e inmutable. La Luna es un símbolo, desde la antigüedad, mirarla nos inspira, nos conecta con esas fuerzas que tienen miles de nombres pero que en verdad no están en el cielo, sino en el corazón de cada uno de nosotros.
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