Después de haber tenido en cuenta los preliminares que he explicado en la primera parte y en la segunda analizamos la estructura de la parte principal de un ritual de Luna llena sencillo.
Usamos la Luna Llena en Piscis del domingo como ejemplo. Por supuesto podemos cambiar las correspondencias cada mes pero los pasos pueden ser similares.
La parte principal:
Preferiblemente por la noche, nos sumergimos en un baño con sal y aceite de esencia aromática. En el caso de la Luna Llena en Piscis elegimos Aceite esencial de Lavanda cuyas propiedades son afines. Purifica, sana las heridas y traumas y nos ayuda a soltar. La sal limpia el aura y desintoxica. Mientras nos bañamos visualizamos como la negatividad abandona nuestros diferentes cuerpos más burdos y más sutiles.
Nos vestimos con lo que hemos escogido para la ceremonia. Es útil usar vestimentas especiales para ayudarnos a cambiar de estado mental y entrar en nuestra identidad mágica.
Purificamos el ambiente con palo santo (o cualquier otro de nuestra elección). Si sabemos hacer un ritual de destierro lo hacemos.
Después encendemos la vela y el incienso ritual. La vela puede ser de color rosa, lila, azul, violeta. El incienso puede ser de Sándalo, rosa, francincenso o mirra.
En nuestro altar podemos tener diferentes cuarzos, sobre todo cuarzo rosa, piedra de luna, y amatista y algún símbolo del mar, de Neptuno, de Piscis, dibujos de los animales marinos (delfines etc). También las divinidades con las que trabajamos si así lo elegimos.
Lo ideal es ver la Luna Llena desde donde trabajamos (al aire libre genial sino ventana y si no se puede tenerla presente en todo momento). Se puede salir un rato al balcón y meditar en silencio, serenándose, absorbiendo su luz. Nos bañamos con la luz de la Luna.
Podemos invocar alguna Diosa Lunar. Artemisa, por ejemplo. Meditamos en sus características. Incorporamos sus cualidades. Sentimos su poder en nosotros.
Nos levantamos y permitimos que el cuerpo se exprese. Nos movemos lentamente, cantando nosotros, o al son de alguna música escogida antes. Podemos tocar el tambor. Dejamos que el cuerpo y lo instintivo domine. Permitimos que se abran las puertas al inconsciente y que el cuerpo sea libre, la voz sea libre, la mente sea libre. En todo momento somos conscientes. Entramos totalmente en el cuerpo. Permitimos que el cuerpo se desbloquee y se sane. Que las emociones acumuladas se expresen. Luego entramos en las dimensiones del Ser más profundas donde todo es energía y vibración. Descansamos en este estado, sin conceptos.
Después de conectarnos así con nuestro Ser más profundo nos sentamos delante del altar y cogemos la baraja de tarot, las runas, o cualquier otro sistema de adivinación que usemos.
Sacamos solo una carta. Meditamos en ella. Es el mensaje. Anotamos en nuestro diario todo lo que se nos viene a la cabeza, sin juzgar ni analizar. El mejor maestro somos nosotros mismos. Ya sabemos todo lo que necesitamos saber. Si nos surgen preguntas, las verbalizamos. Las preguntas son poderosas. Escribimos las preguntas sin ansiedad por la respuesta. Se mostrará en las próximas dos semanas.
Luego colocamos una carta de tarot en el altar. Esta carta ya la hemos elegido antes y ahora la sacamos de la baraja. (Si por lo que sea en el transcurso del ritual nos viene otra mejor a la cabeza podemos cambiar sin problema). Es la carta que representa lo que queremos manifestar. También puede ser un collage, una foto, un dibujo, un poema,algo escrito.
Visualizamos como atraemos todo el poder de la Luna Llena (mejor de pie con las manos alzadas), lo bajamos y canalizamos en el soporte de la imagen etc que es la representación de nuestra intención. Visualizamos como vibra la imagen energetizada (que al mismo tiempo es sostenida mentalmente en una visualización como forma mental). Visualizamos como lo deseado es real, entramos en la imagen. Vivimos la escena. Experimentamos todas las sensaciones con los cinco sentidos. Disfrutamos de la situación.
Luego volvemos al presente y al lugar. Damos las gracias por ya tener lo que hemos pedido. Sabemos que se va a realizar sin duda…y lo más importante: no nos preocupamos más por ello. Nos olvidamos completamente del tema.
Cerramos el ritual con algunas palabras de agradecimiento y despedimos a las fuerzas invocadas.
Podemos hacer un gesto de cierre para restablecer las energías normales como por ejemplo pisar el suelo fuertemente con un pie haciendo ruido, batir las manos una vez, o reírnos salvajemente.
Dejamos el altar montado durante tres días, no es necesario hacer nada más.
24/8/2018
copyright©Margit Glassel