Esta mañana, al ver un comentario de una amiga en mi Facebook, me he inspirado a perfilar algunos matices sobre un artículo que compartí acerca de los tomadores emocionales. Podéis encontrar el artículo que comento por si no lo habéis leído aquí.
Es tan fácil identificarse con el polo opuesto de los “tomadores”, es decir, con sus victimas, los “dadores”, los que dan tanto recibiendo tan poco o nada a cambio y que tienen que poner límites sanos urgentemente para no caer en las marañas agotadores de los emocionalmente tóxicos.
Aprender como protegernos y darnos cuenta de cuando otra persona nos absorbe energía, nos vacía y traspasa nuestros límites marcados es extremadamente importante y ha sido el objetivo del artículo encontrado en la red que compartí.
Pero he notado un peligro que consiste en que nos sobre-identifiquemos con los ” dadores” y escaneemos nuestro alrededor para descubrir los “tomadores”. Para poder vencer una situación externa tenemos que conectar con su semilla en nuestro interior. Vivimos en un mundo radicalmente dual. Y es tan fácil posicionarse y luchar contra la superficie de lo externo que se manifiesta como la imagen del agresor, abusador o tomador en nuestra mente. Entramos en cruzadas justicieras, nos sentimos superiores y a salvo si castigamos o encerramos los agentes externos de la maldad. Antiguamente se practicaba el rito del chivo expiatorio en los pueblos rurales donde se transfería toda lo maligno en el alma de sus habitantes a un macho cabrío al que se arrojaba posteriormente desde un acantilado al mar. Esto se sigue haciendo aunque no tan literalmente. Castigamos lo de fuera porque no somos capaces de integrar nuestra sombra y controlar nuestros diablos.
Ahora que vamos a entrar en la época de Saturno ya que el Sol se adentrará a Capricornio el 21 de diciembre a las 23.23 (hora española) marcando el solsticio del invierno,os invito a practicar ese trabajo de disciplina personal que consiste en descubrir el vampiro interno. Esa parte de la sombra que está hambriento de afecto y de cariño, acorralado por un vacío interno inmenso que nada ni nadie puede llenar. El ansia es su pulso vital. El vampiro es merecedor de amor al igual que todos los demás personajes de la sombra que habitan en nuestro interior. Podemos agarrar nuestra antorcha y descender a su cripta para conversar con él. Todos los personajes de la sombra tienen un regalo para nosotros.
Si lo contemplamos con amor descubriremos su belleza, su elegancia, su aristocracia, su pasión y su capacidad para ser letal y absorber hasta la última gota de energía, drenando y terminando así con un asunto o situación. Si rechazamos esta parte nuestra nos convertiremos en un dador compulsivo, sin capacidad de límites, lleno de buenismo. Esa victima, pobrecita, que siempre se está quejando de todo y de la que todo el mundo se aprovecha o la maltrata.
No podemos separar los dos polos de dador y tomador. Si tenemos integrado el arquetipo del Vampiro no habrá más “vampiros” en el exterior.Tampoco nos hará falta estar tan preocupados por los supuestos “vampiros emocionales”, que parecen acecharnos detrás de cada esquina social para, supuestamente, chuparnos la sangre y la vida. Sabremos dar y recibir, ser generosos y letales, si hace falta, porque esa fuerza se ha hecho consciente en nosotros y ya no nos controla, ni desde fuera ni desde dentro. Y se nos va el Ansia porque el Vampiro es amado.
Unimos ambos trabajos: en lo relativo y externo ponemos limites sanos, tal como sugiere el articulo que publiqué, y en lo interno y mágico descubrimos y trabajamos las causas que crean esas situaciones externas.
Seguramente pasaremos las navidades, cenas familiares, y compras navideñas con más equilibrio y menos drama.
16/12/2018
Impecable
¡¡Muchas gracias!!Un fuerte abrazo, Margit